El centenario del nacimiento de Hugo del
Carril, que se cumplirá el viernes, permite recordarlo como una prominente
figura del cine argentino ("Las aguas bajan turbias") y un artista
popular comprometido con su tiempo.
Nació el 30 de noviembre de 1912, en el
predio de San Pedrito 256, hijo de Hugo Fontana y Orsolina Bertani, dos
inmigrantes italianos, hasta que el hombre, arquitecto y anarquista abandonó el
hogar y el chico y su madre pasaron a vivir con la abuela.
Debutó en cine en 1936 cuando Manuel Romero
le ofreció 500 pesos para cantar el célebre tango “Tiempos viejos” en “Los
muchachos de antes no usaban gomina”.
En 1940, después de varias giras por el
exterior, ya cobraba 50.000 pesos por filme, en 1944 filmó junto a Eva Duarte
“La cabalgata del circo”, en 1947 firmó contrato con Estudios San Miguel y en
1948 llegó a un cachet de 100.000 pesos, convirtiéndose en el actor más caro,
junto a Luis Sandrini, antes de debutar en 1948, como director.
Su ópera prima fue “Historia del 900”, y
dicen que de sus charlas con Homero Manzi nació su adhesión al peronismo que
Del Carril dijo: “irrumpió como necesidad real en una sociedad corrupta”, una
convicción que lo llevó a grabar, en 1949, la marcha “Los muchachos
peronistas”, acompañado por la orquesta y coro del Teatro Colón.
En 1951 nació su pasión por el libro “El río
oscuro”, del escritor comunista Alfredo Varela, que tituló “Las aguas bajan
turbias” y produjo con el dinero que le aportaban sus presentaciones en el
Uruguay, adonde viajaba todas las semanas, rodaje del que regresó cinco días
antes de la muerte de Eva Perón, y un mes antes de viajar con la película a
Venecia.
Tras unos sucesos confusos que generó tensión
con el gobierno (puntualmente con el secretario de Información Pública Raúl
Alejandro Apold, que lo había tildado de “comunista”) como cineasta planeó
rodar “Lago Argentino”, según el relato de Julio Oyanarte y “No están en el
bronce”, de Julio Valenti, no obstante concretó ”La Quintrala”, otra polémica
historia.
El filme protagonizado por la actriz Ana
María Lynch fue más que provocativo en más de un sentido: su costo fue de
cuatro millones de pesos (entonces una fortuna) reunidos por los amigos de la
figura central, y el tema fue nada menos que la historia de Catalina de los
Ríos y Lisperguer, una cruel e intrigante dama chilena del siglo XVII
apasionada por un jesuita
“Más allá del olvido” fue rodada en 1955 y un
mes después, el golpe cívico-militar que derrocó a Perón puso en aprietos al
cantante-cineasta, al que se acusó de “contrabando de sus películas al Uruguay
sin pagar aranceles”, que lo llevaron a la Penitenciaría durante 45 días, para
después iniciar el rodaje del filme con Argentina Sono Film.
Un año después, poco antes de ser sobreseído
por esa causa, Del Carril estrenó “Las aguas bajan turbias” en el cine World de
Broadway, donde permaneció cinco semanas en cartel, y en 1957, ya con el
respaldo del flamante Instituto de Cinematografía, volvió a la carga con “Una
cita con la vida”, con Gilda Lousek, actriz con la que inició un romance.
En 1958 sufrió su primer infarto y en
septiembre de ese mismo año comenzó el rodaje, en Santiago del Estero, de
“Tierras blancas”, un año después “Culpable” y casi de inmediato “Esta tierra
es mía” y “Amorina”, con Tita Merello, tiempos en los que conoció a Violeta
Curtois, se esposa, con la que tuvo cuatro hijos: Marcela, Hugo, Amorina y Eva.
En 1962 llegó a la TV con la serie “La
calesita”, y un año después protagonizó el exitoso musical “Buenas noches,
Buenos Aires” en el Astral, que después intentó capitalizar como director en el
cine y en 1965, al mismo tiempo que comenzaba a criar nutrias en el Tigre,
participó en un corto del gremio Luz y Fuerza, junto a Amanda Silva.
En 1964, Del Carril volvió a entonar la
Marcha Peronista en un acto de la UOM en el Luna Park y ese mismo año, cuando
viajó a Madrid con una delegación oficial, se las ingenió para hacer una
función privada de "Buenas noches..." dedicada a Juan Domingo Perón,
exiliado en Puerta de Hierro, que le ocasionó problemas con las autoridades
argentinas que lo acompañaban.
Volvió como actor y cantante, en la remake de
“El día que me quieras”, de Enrique Cahen Salaberry, y en varias producciones
de Enrique Carreras antes de “La malavida”, de Hugo Fregonese, donde interpretó
a un rufián francés en una trama acerca del mundo de la explotación de mujeres
como prostitutas en la década del 30.
En 1970, Perón autorizó a Del Carril a filmar
la vida de Evita con el título “La dama de la esperanza”, un proyecto que nunca
pudo materializar. Tres años más tarde, el 19 de julio de 1973, asumió la
dirección “ad honorem” del Instituto de Cine y preparó una ley de cine cuyo
borrador entregó a Perón en 1974, junto a su renuncia al cargo.
Ese mismo año filmó su última película como
director, “Yo maté a Facundo”, último título de una producción iniciada en 1948
con “Historia del 900” y que luego sumó filmes como “Surcos de sangre” (1949),
“El negro que tenía el alma blanca” (1950), “Las aguas bajan turbias” (1951) y
“La Quintrala” (1953/4).
También en la década del 50 estrenó “Más allá
del olvido” (1955); “Una cita con la vida” (1957); “Las tierras blancas” (1958)
y “Culpable” (1959).
Las últimas películas con su firma fueron
“Esta tierra es mía” (1960), “Amorina” (1960), “La calesita” (1962), “La
sentencia” (1963) y “Buenas noches, Buenos Aires” (1964).
Luego se cayó definitivamente su negocio con
las nutrias en el Tigre y en 1976 marchó a México, al tiempo que en Argentina
volvía a prohibirse su nombre y reproducidas sus canciones por radio o
proyectadas sus películas por TV.
Nunca aceptó en vida alquilar las películas
que seguían siendo de su propiedad a ningún cana, de televisión porque, decía,
pagaban muy poco y no era justo. Tras un largo proceso de deterioro de su
salud, falleció el 13 de agosto de 1989.
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