ESTADOS UNIDOS
Leonardo Favio celebró y saludó a la vida,
mientras dejaba en el ambiente el sabor de su partida. Los Ángeles tuvo la
suerte de tener, por unas horas, al hombre que vistió de conceptos la música
latinoamericana.
Leonardo Favio, el que le canta al clavel y a
la rosa. Aquél que explicó, en tres minutos, lo que es el amor, y que aún cuando
no quiso cantar, cantó.
Gracias al poder casi hipnótico de las
canciones de antaño, Leonardo Favio complació a cientos de radio escuchas de
Recuerdo en la que, tal vez y según sus propias palabras, fue su última
presentación para el público de Los Ángeles.
En una combinación de música y comentarios
poéticos, el artista argentino hizo un recorrido por sus éxitos y su vida.
Logró rescatar sin esfuerzo cientos de recuerdos, provocó sin saberlo,
incontenibles llantos y conquistó, tal y como lo hizo ayer, a todo su público.
La velada fue todo un acontecimiento y,
aunque la gente estuvo feliz, el final se tornó melancólico cuando Leonardo
Favio habló de su despedida, de su muerte y de que le gustaría ser recordado
por sus canciones hechas con amor.
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